Como no queriendo la cosa, el inicio de año se vió opacado, turbio, debido a los incrementos (con alevosia, ventaja y a traición) en la gasolina magna y diesel. Dando de esa manera el banderazo de salida a la escalada de precios en bienes y servicios, alimentos, medicinas y de todo los que nos rodeé. Así que si en sus cenas de Nochebuena y Año Nuevo pudo deleitarse con manjares conformados por carnes rojas, pescado o pollo, guarde bien su olor, sabor y textura porque con tales incrementos; aumento en la tasa de desempleo e interés, o sorpresivos "catarritos" finacieros, es posible que no vuelva a probar ni un huacalito de pollo en chile guajillo (claro que si es hijo de Slim, Roberto Hernández, o cualquier empresario o funcionario público su vida no sufrirá ningún cambio). Y ni hablar del incremento a la tortilla, lo cual puede provocar la extinción de esas bonitas postales citadinas como lo son las reuniones a las 2 de la tarde por parte de los trabajadores de la construcción, mejor conocidos como "albañiles", para proceder a echar el taco de queso de puerco con salsa verde. Todos estos incrementos adicionados con su respectivo 16 por ciento de I.V.A.
¿ Se sintió pobre con tan sólo leer esto? Pues agárrese: el Sistema de Transporte Colectivo, Metro, decidió dar luz verde al aumento del precio en el boleto, pasando de dos a tres pesos. Esto con el fin de dar "mejores servicios" (desatando así los actos desesperados el día de ayer por adquirir el mayor número posible de boletos al precio de dos pesos).
Esto es el PAN de cada año. Aumentos y más aumentos. ¿Pues de dónde cree que saldrán los viáticos para las comidas de Agustín Cárstens o Javier Lozano, los relojes de Romero Deschamps o las Hummers de Elba Esther Gordillo(además de sus cirugías)? ¡Obviamente de nosotros! No hay que ser. No por nada dicen que el mexicano es solidario y buen amigo. Y vaya que lo somos...